¿En cuántas oportunidades puede una persona agradecer que le hayan roto el corazón durante una emisión televisiva en vivo? Sam Smith se dio ese gusto (y otros más) el domingo, nada menos que en la entrega de los premios Grammy, que lo ungió como el gran ganador de la noche. “Quiero dar las gracias al hombre sobre el que habla este disco, de quien me enamoré el año pasado. Muchas gracias por romper mi corazón, porque me hiciste ganar cuatro Grammy”, admitió el británico, que más tarde posaría ante la ríada de cámaras con los gramófonos al Mejor artista nuevo, Mejor grabación y Mejor canción (por su tema “Stay with me”) y Mejor álbum de pop vocal (por “In the lonely hour”).
El reconocimiento a Smith fue una de las expresiones del poderío joven que copó la gala, muy bien combinado con la presencia de los clásicos. Esto se perfiló en la resolución de los premios (Beck impidió que Smith barriera en las tres principales categorías al llevarse el galardón a Mejor álbum, por “Morning phase”), pero, sobre todo, se vio en las actuaciones en vivo. Muy celebrada -quizás como ninguna otra- fue “FourFiveSeconds”, la colaboración entre Rihanna, Kanye West y Paul McCartney. Lady Gaga y Tony Bennett subieron al escenario con “Cheek to cheek”, canción homónima al disco que los haría ganar el premio al Mejor álbum tradicional pop. Y el irlandés Hozier tuvo a Annie Lennox como invitada especial para interpretar “Take me to church” y “I put a spell on you”.
Hubo pesos pesados que no necesitaron del dueto o del trío para impactar. Por primera vez en su historia, AC/DC tocó en los Grammy, con un show potente que abrió la ceremonia: “Rock or bust” y “Highway to hell” levantaron a los famosos de su asiento. Y luego Madonna salió a demostrar que ni los años ni el más ceñido corsé pueden con su adrenalina. Vestida de torera, ofreció una versión energética de “Living for love” y terminó el show suspendida en un arnés.
¿Y Beyoncé? Era, según las estadísticas, la candidata con más chances y, en ese sentido, una de las más observadas. Pero no le ganó a Smith. Se fue con tres premios, uno menos que el británico: a Mejor álbum de R&B y Mejor sonido sorround (por el disco “Beyoncé”) y Mejor canción de R&B (por “Drunk in love”, hecha con su marido Jay Z). ¿Será que, como reclamaban varios tuiteros, la cantante está “inflada” por los medios? Como quiera que sea, su actuación fue dejada para el final, como uno de los condimentos del cierre.
El mensaje político y el segmento serio se colaron en la fiesta. El presidente estadounidense, Barack Obama, pronunció un discurso grabado en el que instó a los artistas a ayudar a terminar con la violencia doméstica. “No está bien y tiene que parar”, advirtió. Luego, la sobreviviente Brooke Axtell compartió su historia de abuso doméstico en un emotivo mensaje, antes de presentar a Katy Perry, que cantó su himno “By the grace of God”.
Los latinos también tuvieron su espacio: Rubén Blades, Calle 13, Vicente Fernández y Carlos Vives ganaron los galardones en sus respectivas categorías. Vives, el único presente, subió al escenario y se lo dedicó a su país, Colombia.